14 abril, 2016

Que se cuiden

Desde mis ojos mira la Muerte. Lo supe ayer, de forma definitiva. Venía sospechándolo hacía meses, pero de pronto apareció la prueba irrefutable. No puedo narrar lo que aconteció, ni a quién le ocurrió; menos aún revelar mi nombre, pero créeme, la Muerte mira desde mis ojos. Desde allí juzga, medita acerca de los contrapesos reales, al fin decidirá acaso mereces seguir viviendo o no. Sucede que aprendí a oír sus pensamientos y develar sus designios. Ahora la oigo y sé lo que acontecerá. Nunca demora más de cinco minutos. No falla. Sin embargo, voy aprendiendo a vivir con esta maldición. No es tan malo, eso voy sintiendo. Sobre todo cuando el condenado es alguien a quien detestas o te hizo alguna en el pasado. Salgo a caminar cada día, a ver con quien me encuentro. Acepto toda clase de invitaciones; cenas, conferencias, debates, concentraciones. Veo a mucha gente. Debieras evitarme, pero no sabes quién soy. Tal vez nos encontremos.

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