26 agosto, 2015

Senectud de los superhéroes

La Mujer Maravilla estaba vieja, canosa y medio esquelética; le colgaba piel de los antebrazos, enormes patas de gallo decoraban su rostro anguloso y colmado de ojeras, manchas cafés y granos. Batman estaba obeso, la guata flácida colgaba sobre sus piernas raquíticas esforzadas al máximo para sostener a el pesado tronco; los ojos tras el antifaz se apreciaban enrojecidos y muertos. Supermán estaba enjuto, roñoso, encorvado; los ojos hundidos en la calavera que tenía por cabeza se complementaban bien con las escasas greñas que habitaban el cuero cabelludo; el traje le quedaba grande, suelto, grotesco.  Flash se movilizaba en una silla de ruedas gracias al empeño de una enfermera rubia y rolliza. No me atreví a pedirles autógrafo, di media vuelta unos metros antes. El cansancio y la nostalgia brillaban en sus ojos apagados. 

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