Vi al ángel
caminando por la calle. Lo seguí, porque me pareció una oportunidad única. Dobló
en una esquina muy oscura. Eché a correr tras él y desde entonces vivo en este
mundo donde no hay nadie como yo, solo seres alados y celestiales.
31 diciembre, 2014
25 diciembre, 2014
19 diciembre, 2014
El lavavajillas
Alguien introdujo
la idea dentro de su duro cráneo, ya no recordaba quién. Su esposa quizás, pero
no estaba seguro. Tampoco importaba. Ahora estaba solo, frente a la caja recién
abierta, procurando armar el artilugio según las instrucciones del catálogo.
Trabajó por horas, sin descanso. Enchufó el resultado de sus esfuerzos a la red
eléctrica y a la de agua. Presionó el botón verde y un inteligente ojo escarlata
se encendió en la parte superior del artefacto. Abrió la puerta de cristal y colocó
dentro la vajilla sucia. Un plato se atascó, lo tironeó, pero se trabó más aún.
El chorro de agua hirviente le arrancó un chillido. Metió la otra mano para
zafar la que tenía apresada. El ojo carmesí brilló con furia. Ahora estaba
doblemente atrapado. El engendro comenzó a trepidar arrastrándolo hacia su
interior. El funcionamiento de la máquina alcanzó dimensiones horrísonas que
tapaban sus aullidos. Al final sobrevino el silencio, apenas interrumpido por
un borboteo similar a una risa ahogada.
12 diciembre, 2014
Historia de una paradoja
La
liebre y la tortuga beben compartiendo mesa en un tugurio de mala muerte, cuya
única fama proviene de la chicha que fabrica el dueño, un patibulario
inmigrante griego llamado Zenón. La astuta liebre induce a la tortuga a participar
en una carrera arreglada. “Todos apostarán por mí y no por un roñoso quelonio
centenario; en ello reside nuestra ventaja. Ganarás el certamen y seremos ricos”,
proclama el roedor con voz aguardentosa. La ebria tortuga asiente calculando
las ganancias, se sobresalta y verbaliza su duda con tartamudeos
irreproductibles. ¿Quién realizará la convocatoria, quién va a incentivar y
recoger las apuestas, quién repartirá el botín después del sorpresivo triunfo,
quién? Ambos atletas caen en profunda depresión hasta que el tabernero ofrece
sus servicios a cambio de la mitad de las ganancias. Ante el explosivo reclamo
de la liebre y la mirada torva de la tortuga, Zenón consuma el plan: el fraude no
funciona sin una explicación sólida que evite el linchamiento de los
corredores. “Es una cuestión de
verosimilitud”, asevera con aire doctoral y aplastante soberbia, “no se
preocupen, por una buena participación se me ocurrirá algo”.
07 diciembre, 2014
Lluvia
La lluvia atraviesa
mi abrigo para impregnarme el cuerpo con su mensaje helado y sinuoso. Cae sobre
mí, inmisericorde, inexorable, rítmica. Se introduce por mis ojos para cegarme.
Penetra por mi nariz para impedir la respiración. Golpetea sobre mi cráneo como
si quisiera trepanarlo y convertirlo en un recipiente donde poder acumularse.
Anula mi pensamiento, lo reduce a jirones, lo disuelve y lo transforma en un
intento ridículo e inútil. Al fin me
transforma en un montículo de ropa mojada, vacío de conciencia, inmóvil,
inerte.
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