29 junio, 2013

Sorpresas te da la vida

Delgada, de piel alba y piernas infinitas. Sus ojos profundos me cautivan al instante. Siento que puedo hundirme en esa mirada y disolverme en la nada. Basta que sacuda sus largas pestañas para enloquecerme. Caigo de rodillas, prosternado, y me aferro a sus piernas demasiado huesudas. Su falda se entreabre para revelar la realidad. Entonces oigo el acero cortando el aire y alcanzo a percibir la refulgencia de la guadaña. Debí adivinarlo…

22 junio, 2013

Voyeur fracasado

En sus bellísimos senos, en lugar de pezones, tiene un par de ojos cautivadores que me observan con fijeza. Esto logra inhibirme. Apenas puedo verla con el rabillo del ojo unos instantes. Resulta imposible sostener esa mirada.

15 junio, 2013

Ángel para un final

El maldito ángel tenía los ojos pintados, usaba pestañas postizas y estaba plagado de piercings por todas partes: orejas, mejillas, cejas, nariz, hasta del cuello le colgaban varios. Tenía el pelo largo y teñido de rosado. Me sonreía con presunta beatitud. Abrió sus alas blancas y me dejó ver su cuerpo lampiño, con su pequeño sexo de Cupido entre las piernas.
-Vengo a buscarte –dijo con voz de afeminado-. Te ves sorprendido. ¡A que esperabas a otro!
-Al demonio esperaba, cabrón –respondí furioso-. No quiero partir a un cielo plagado de maricones.
-Bueno, no puedo obligarte. Ya te arrepentirás, estoy seguro de que vas a arrepentirte –hizo un gesto de diva a título de desprecio y se esfumó.
Me quedé solo, ahí, pensando en lo que vendría.

02 junio, 2013

Riesgos de la desmemoria

                   
Partió al trabajo en su automóvil. A mitad de camino se le olvidó adónde iba. Siguió en línea recta un trecho en la esperanza de recordar su destino. No pasó nada. Se devolvió, decepcionado y triste. Después de un rato descubrió que había olvidado donde vivía. Se ofuscó: ¿cómo era posible tanta desmemoria? Confundido, decidió que era apropiado ir al médico y enfiló hacia una clínica que bien pronto se borró de su mente, igual que su nombre. Olvidó cómo manejar el vehículo que conducía. Incluso perdió el lenguaje y no pudo gritar en su último momento.
 
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