10 agosto, 2008

Cosas de borrachos


El elefante reunió varios taburetes con su trompa antes de apotincarse en ellos apoyando las patas delanteras sobre la barra. Después de un portentoso berrido y una serie de golpes con sus gigantescas uñas, exigió medio barril de caipirinha. Evidentemente se encontraba borracho a más no poder. Fui a sentarme en una banqueta contigua. Me dirigió una mirada torva, escudriñándome el alma, como saben hacer los paquidermos. El resultado del examen fue positivo: me sonrió y guió sus ojos diminutos y sabios. Pedí caipirinha. De pronto puso su monstruosa pata gris sobre mi espalda. Envolvió su enorme copa con la trompa y la estrelló contra la mía. Salimos de allí dando tumbos. No tengo idea como llegué a la casa tras dejarlo en la puerta del zoológico.

4 comentarios:

Pastabaseros Football Club dijo...

mm no me convence.
falta borrachera parece, hermano.
siempre dispuestos a acompañarte, con excelentes manos de por medio, se despiden Pastabaseros F.C.

Anónimo dijo...

A mi me convenció. No es fácil pasar con éxito la prueba. El escudriñe del alma por medio de la mirada de un elefante ebrio no es cosa banal.Seguro que fue el ángel de la guarda del paquidermo quien le condujo a casa, no cabe otra...

Alejandro Gelaz

Librería de Mujeres Canarias dijo...

Me encanta. No sé si lo hubiera dejado en el zoológico pero el brindis y esa pata.........sí, señor.
Recuerdos al paquidermo

Anónimo dijo...

Yo bacilo con el diablo y los tragos solo apagan los pipasos de pasta. Ron, whisky y coñac como coktels tranquilizadores después de haber degollado elefantes rosaos, para luego utilizar su trompa, haciendole un nudo en la punta, como condón.

infame

 
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